Los entusiastas de la ciencia-ficción y la fantasía tal vez
tengan buenos recuerdos de la película animada "Heavy
Metal", producción estadounidense de 1981 basada en el cómic
francés "Metal Hurlant". Las distintas historietas plasmadas
en celuloide tienen como punto en común una extraña bola
verde conocida como el "Loc-Nar", cuyos nefastos poderes
influyen en distintas dimensiones en el tiempo y el espacio.
El largometraje comienza con el descubrimiento del objeto
redondo y resplandeciente en una cantera, seguida por su
efecto destructor sobre los seres humanos.
Interesante obra de ficción, pero, ¿existen casos parecidos
en la vida real?
Hace algunos años la revista rusa Aura-Z publicó un
artículo del investigador ruso Vladimir Rubtsov acerca de un
hallazgo de alta extrañeza: un artefacto misterioso conocido
únicamente por el apelativo "la bola negra" y cuyo origen
era supuestamente extraterrestre. La esfera había sido
sometida a la consideración de especialistas de gran
prestigio de la Academia Rusa de Ciencias, el Instituto de
Ingeniería Física de Moscú, y la Asociación Industrial y
Científica Soyuz.
El descubrimiento del aparato fue producto de un accidente
afortunado. En 1975, durante la realización de excavaciones
rutinarias en una cantera en el sur de la Ucrania, los
obreros dieron con el objeto a una profundidad de 26 pies.
Uno de los trabajadores quedó sorprendido por la
configuración casi perfecta del objeto y la extrajo,
llevándola a su hogar como una novedad para su hijo. Con el
paso del tiempo, la capa de arcilla que cubría el objeto
comenzó a desmoronarse, revelando una esfera de consistencia
parecida a la obsidiana. Un maestro llevó la extraña
formación al museo comarcal, en donde permaneció por muchos
años antes de llegar a las manos de Boris Naumenko,
académico adosado al Instituto de Ciencias Terrestres.
Naumenko y sus colegas habían oído relatos sobre el supuesto
origen "extraterrestre" del objeto y sus poderes
"psíquicos", así que se lanzaron a realizar una
investigación científica del objeto para averiguar su
composición y origen.
Las pruebas iniciales ensayadas sobre la "bola negra"
revelaron que pesaba entre cuatrocientos y seiscientos
gramos, tenían un diámetro de 18 pulgadas, y estaba
revestida de una capa amarillenta de depósitos varios. No
fue posible determinar su edad, aunque el descubrimiento se
había producido en una capa de arcilla de diez millones de
años de edad - tomando en cuenta la posibilidad de que el
objeto pudo haber sido depositado allí posteriormente. Sin
embargo, resultó posible estimar que las partículas que
rodeaban el objeto tenían varios millones de años de edad
El investigador Rubtsov pasa a decir en su artículo que se
practicaron varias radiografías al objeto y se descubrió que
tenía un núcleo cuya densidad era menor que cero. La
superficie vidriosa del objeto no guardaba parecido alguno
con las sustancia vítreas conocidas, y la antigüedad del
objeto eliminaba la posibilidad de que el objeto fuese
manufacturado por civilizaciones humanas. Y si resultaba
cierto que el objeto era artificial, representaba la
tecnología de una sociedad no humana y posiblemente
extraplanetaria. La masa negativa del núcleo del objeto
llevó a varios sabios a pensar que se trataba de un envase
que contenía antimateria: parte del sistema de propulsión de
una posible astronave. Rubstov comenta que la única manera
de determinar el contenido del objeto era perforándolo, con
resultados que bien pudieran ser catastróficos.
Parecería ser que otros objetos extraños (conocidos en
inglés como OOPARTS, "out-of-place-objects" u objetos fuera
de sitio en el lenguaje de la investigación forteana)
también fueron descubiertos en la antigua Unión Soviética.
En 1993, se encontró un objeto de forma espiral en una mina
de los Urales. Las pruebas metalúrgicas comprobaron que se
trataba de un artefacto hecho de wolframio y molibdeno y
cuya edad podía fecharse entre veinte mil y trescientos mil
años de edad.
La extraña bola de la familia Betz
Pero mucho antes de que se descubrieran objetos extraños en
Eurasia, una familia en la ciudad de Jacksonville (Florida,
EUA) había descubierto un artefacto que desafió todos los
intentos realizados por clasificarla.
Según una noticia de Prensa Asociada del 12 de abril
de 1.974, Antoine Betz y su esposa Gerri encontraron un
objeto de forma esférica que pesaba unas veinte libras y
cuyas dimensiones eran menores que las de una bola de
boliche. El extraño artefacto parecía estar hecho de un
metal altamente pulido y fue hallado justo en medio del
patio delantero de la casa de los Betz.
La "bola Betz", como se le llegaría a conocer, era capaz de
realizar proezas verdaderamente asombrosas, como rodar hacia
un lugar determinado por su propia cuenta y regresar a la
persona que la había hecho rodar; vibraba y zumbaba como
respuesta a los acordes de una guitarra. El interés por la
esfera la convirtió en la sensación del momento, llegando a
atraer la curiosidad de la Marina de Guerra de EE.UU., que
la pidió prestada a los Betz para someterla a una serie de
pruebas. Los escépticos no demoraron en presentarse,
alegando que la milagrosa esfera de metal no era más que una
válvula de retención de una fábrica de papel, y la
curiosidad del público se extinguió después de dicha
aseveración.
Sin embargo, el investigador Bill Baker llegó a establecer
que la "bola Betz" era tan increíble como se había pensado
originalmente. Presentando los datos producidos por las
pruebas oficiales, Baker comprobó que el objeto parecía
albergar cuatro objetos distintos en su interior y que
contaba con tres polos magnéticos no lineales: una anomalía
científica. Si se le golpeaba con un martillo, el objeto
producía sonidos como una campana; si se le colocaba sobre
una mesa de vidrio, el objeto parecía ir "en busca" de la
orilla de la mesa para luego alejarse de ella; si se
inclinaba la superficie de vidrio, el objeto se desplazaba –
asombrosamente - en el sentido contrario. La especulación
sobre la verdadera naturaleza del objeto misterioso iba
desde una sonda alienígena hasta un dispositivo
antigravitatorio extraído de un OVNI derribado.
El "fichero de delincuentes" de los objetos extraños
Los objetos artificiales de alta extrañeza como la "bola
negra" en Rusia o la "bola Betz" difícilmente pueden
considerarse como únicos en su clase. Se tratan,
sencillamente, de añadiduras modernas a una colección de
dispositivos de alta extrañeza que han sembrado la
superficie de nuestro mundo durante siglos. Después de su
descubrimiento, estos objetos son analizados, escudriñados y
evaluados antes de caer en el olvido, o desaparecer por
completo, a menudo de manera extraña.
El más famoso - y controvertido - de ellos lo es, sin duda,
el cubo de Gurlt.
Este cubo o paralelepípedo de color plomizo, con caras
ligeramente convexas, se descubrió en una veta carbonífera
en Austria en 1865 cuya edad era de varios millones de años.
Los estudiosos alemanes y austriacos que examinaron el
dispositivo no dudaron que era artificial ni que había sido
depositado en la veta en épocas más recientes. Cuando no fue
posible adelantar los estudios sobre el objeto, el cubo
(bautizado con el nombre de uno de los investigadores, el
Dr. Gurlt) fue puesto a la vista del público en el museo de
Salzburgo. Algunos científicos opinaron que el objeto, hecho
de acero al carbón, era de origen meteorítico y que había
sido "reprocesado" hasta alcanzar su forma cúbica, dejando
sin contestar la interrogante más significativa: ¿qué o
quién era capaz de reprocesar metales durante la era de los
dinosaurios?
El extraño objeto aparentemente fue destruido durante el
bombardeo de Salzburgo en la Segunda Guerra Mundial, pero
cuando un periodista ruso visitó el museo de dicha ciudad en
la década de los '70 con miras a escribir una nota sobre el
objeto anómalo, el conservador del museo le informó que "no
existían pruebas normales" sobre la existencia del objeto:
se habían perdido todos los archivos del museo desde 1880
hasta 1910. El periodista tachó el cubo de Gurlt de fraude,
y se le considera como tal hasta el día de hoy.
Aunque resulta conveniente para todas las partes en el
asunto descartar el artefacto como fraudulento, el fallecido
autor francés Jacques Bergier, escribió sobre estos objetos
detenidamente en su obra Las visitas extraterrestres
desde el pasado prehistórico hasta el presente (Signet,
1975). Bergier sugirió que los artefactos anómalos
representaban los sofisticados métodos de recopilación de
datos de una civilización extrahumana, agregando que tales
objetos serían capaces de albergar una gran cantidad de
información mediante el grabado en los átomos de hierro.
Bergier consideraba que un cubo o cilindro con las
dimensiones del desaparecido objeto estudiado por Gurlt
podría contener diez millones de años en datos, añadiendo
que radiaciones sutiles invisibles a nuestra tecnología
podrían "alimentar" dichos objetos hasta ser recuperados por
sus dueños...quienesquiera que sean.
Pero el peso de la carga no descansa sobre el desaparecido
cubo de Gurlt. Las selvas centroamericanas, por ejemplo,
albergan enormes esferas de piedra cuyo propósito se
desconoce, a pesar de numerosas teorías que las caracterizan
como representaciones de sistemas solares extraterrestres,
dispositivos de recaudación de energía y otras
posibilidades.
Si estos enigmáticos objetos representan la evidencia más
concreta de una presencia extraterrestre en el planeta
Tierra, sería posible entonces sugerir que la misión de
muchos de los "aterrizajes de OVNIS" consiste en recuperar
tales dispositivos de recolección de datos, que habrían sido
depositados, lógicamente, en lugares de acceso difícil o
donde la civilización humana aún no habría llegado. Sin
embargo, los escépticos se quejarían que de ser así,
seguramente sería posible coger desapercibido a un
alienígena con las manos en la masa, por así decirlo.
Lo místico y lo mágico
Los lectores del "ciclo de Cthulu" del autor H.P. Lovecraft
estarán familiarizados con sus referencias a los castillos
asiáticos dibujados por Nicolás Roerich. Se hace mención
varias veces del artista y explorador ruso en la obra de
Lovecraft, a menudo en conexión con lugares "malditos" en el
espeluznante universo del escritor estadounidense, tales
como las planicies de Leng y la ciudad de Kadath. Pero,
¿quién fue Nicolás Roerich, y por qué se vieron turbados los
sueños del máximo autor de horror en EE.UU. por su arte?
Es una verdadera lástima que la obra de Roerich no sea muy
conocida por el público actual. Roerich encarnaba al "hombre
renacentista", siendo no sólo un pintor de paisajes exóticos
sino también diseñador de decorados y vestuarios para el
ballet ruso, especialmente los Ritos de la primavera
de Igor Stravinsky. Pero más que nada, Roerich era un
místico: sus viajes a lo largo de los Himalayas hasta el
Tíbet en pos de conocimientos avanzados e inspiración
espiritual fueron plasmados en obras tales como Altai-Himalaya
(1929) y Shambhala (1930).
Fue durante sus viajes en esta parte del mundo que Roerich
supuestamente entró en contacto con las logias budistas
fieles al "Rey del Mundo" - una figura considerada por
muchos como el regente del destino de la Tierra desde
Agharti, su reino subterráneo. Este gran señor planetario ha
sido equiparado por algunas fuentes con los "oyarsas", o
gobernantes angelicales de cada planeta, postulados por C.S.
Lewis (el contertulio de J.R.R. Tolkien) en su obra Out
of the Silent Planet. Y fue precisamente aquí, en esta
enigmática parte de nuestro mundo, en donde se le confió a
Roerich un artefacto sumamente curioso.
Dicho artefacto, un fragmento de piedra radiante del tamaño
de un dedo humano, posiblemente inscrito con cuatro símbolos
parecidos a runas, fue conocido como el "Regalo de Orión" y
se trata, supuestamente, de un casco de piedra de otro
mundo. La piedra principal descansa en una de las altas
torres de Shambhala, la capital del "Rey del Mundo", desde
donde su benigna radiación ejerce influencia sobre los
eventos que ocurren en la superficie.
Uno de los cuadros de Roerich, conocido como "Chintamani",
representa un potro que lleva a cuestas un baúl ornamentado:
se dice que en este baúl viajaba el fragmento de las
estrellas. Las órdenes impartidas a Roerich por los "jefes
secretos" consistían, supuestamente, en transportar el
fragmento a Europa, donde jugó un papel crítico en la
formación de la Liga de las Naciones. Después de eso, el
místico ruso devolvió el fragmento milagroso a sus dueños,
tal vez hasta la misma Shambhala, aunque Roerich jamás alegó
haber visitado dicho mundo desconocido.
El aceptar las apariencias de este relato representa un
salto en el vacío que muchos no están dispuestos a realizar.
Aun así, el relato cuadra con la creencia en la llegada de
objetos extraños provenientes de otros lugares, imbuidos de
fuerzas positivas o negativas, y que aparecen una y otra vez
en las tradiciones de nuestro mundo. ¿Corresponderá el
"Regalo de Orión" a la misma categoría que la misteriosa
esfera rusa y la "bola Betz"?
En pos del mayor de los artefactos misteriosos
El astrónomo escocés Duncan Lunan comenta en su libro
Interstellar Contact (Bantam,1974), que cuando los
obreros del califa egipcio Al-Mamún consiguieron irrumpir en
la Gran Pirámide de Keops en el año 800 de nuestra era, se
sorprendieron al descubrir que el gran sarcófago en la
Cámara del Rey no tenía tapa, aunque había sido diseñada
para portar una. Los profanadores de tumbas se quedaron
atónitos al descubrir "un pozo" no muy lejos del punto en
que lograron forzar la entrada al pasadizo ascendente que
conduce a la Cámara del Rey. "La parte superior del pozo"
- escribe Lunan - "había sido sellada originalmente, pero
en algún momento, se le abrió desde abajo con suficiente
fuerza como para dañar el muro adyacente, como si se hubiera
hecho uso de explosivos". El autor sugiere la
posibilidad de que si la pirámide de Keops efectivamente fue
profanada por desconocidos que hicieron uso de dicha ruta,
resulta factible que se hayan llevado la tapa del sarcófago
de diorita, que portaba "un archivo computarizado que
conservaba la pirámide". Lunan agrega que estos
desconocidos sabían exactamente a dónde dirigirse, y que
sellaron la pirámide después de salir, "como si jamás
hubiera sido profanada".
Algunos podrán creer que el destacado astrónomo pudo haberse
dejado llevar por sus propias especulaciones en este caso,
pero tanto estudiosos como arqueólogos y esotéricos se han
preguntado sobre el propósito del enigmático sarcófago de
diorita que ocupa el centro de la Cámara del Rey. Todas las
partes - tanto conservadores como librepensadores -
concuerdan en que jamás se le utilizó como la sepultura de
un faraón olvidado, ya fuese Keops o algún otro. ¿Qué objeto
pudo haberse colocado, con devoción y reverencia, dentro del
sarcófago de diorita? ¿Qué objeto sin nombre merecía ser
consagrado de tal modo en los albores de la civilización
humana?
En su obra maestra, "La octava torre", John Keel
sugiere la posibilidad de que la Gran Pirámide y la
enigmática cámara con el sarcófago de diorita pudieron haber
sido utilizadas para albergar un artefacto de origen
sobrenatural, tal vez el Arca de la Alianza o hasta el
misterioso fragmento de piedra meteorítica conservado en la
Kaaba en La Meca. De ser así, bien pudiera ser que
estuviésemos de cara al más importante de los artefactos
misteriosos: un dispositivo multimilenario colocado por una
civilización extrahumana o parahumana para vigilar el
progreso de la recién nacida humanidad, o influenciar el
desarrollo de nuestra especie en formas insospechadas.
La perspectiva de Keel sobre el asunto no es tan benigna. La
"octava torre" que sirve de título a su obra es "una
especie de cápsula de tiempo electrónica, que sigue
funcionando sin sentido ni propósito después de millones de
años", plagándonos con fenómenos parafísicos como los
OVNI y seres extraños, y tal vez rigiendo las oleadas de
locura que afectan a la humanidad siglo tras siglo.
¿Resulta posible combinar las teorías de Lunan con las de
Keel? Si alguien profanó la Gran Pirámide en algún momento
de la antigüedad, con pleno conocimiento de lo que se
albergaba adentro, y lo extrajo, ¿dónde está ahora? Si el
mayor de todos los "objetos fuera de sitio" resulta ser el
superordenador paranormal plasmado en los escritos de Keel,
¿cuál sería su paradero actual?
El sendero de la especulación nos invita a proseguir: existe
la posibilidad de que la misteriosa piedra negra conocida
como la Kaaba, venerada en Arabia Saudita hasta el día de
hoy por mil millones de musulmanes, sea el objeto en
cuestión. También podría ser el enigmático cubo de Gurlt,
que desapareció de manera oportuna durante la confusión de
un bombardeo aéreo. El objeto puede estar oculto en
cualquier parte del mundo, custodiado por una "hermandad"
dedicada a protegerla contra los profanos. El mismo Duncan
Lunan ofrece la posibilidad de que los seres extraños
descritos por el profeta Ezequiel alrededor del 600 a.C.
formaban parte de una misión de rescate espacial encargada
de recuperar el objeto. La verdad del asunto casi
seguramente será más extraña que la ficción.
Tan sutil como un árbol volador
Resulta difícil categorizar un árbol como artefacto, y hasta
el relato de un árbol fuera de sitio se escapa a las miras
de este trabajo. Sin embargo, el grado de "fuereza de
sitio" (si se me permite la expresión) de este fenómeno
desafía la categorización.
El incidente en cuestión, que nos hiciera llegar el colega
Dr. Oscar Padilla Lara, se produjo el Jueves Santo del año
1985 en el Cerro del Tablón, situado en la población
guatemalteca de Barcenas, municipio de Villa Nueva. A eso de
las 11 a.m., Andelino Hernández y Miguel Aguilera ocupaban
un puesto de radio de emergencia en la cima del Cerro del
Tablón, coordinando las operaciones de varios equipos
enfrascados en labores de rescate. Aguilera se apercibió de
"un número de puntos pequeños" que volaban en círculo a una
altura considerable. A través de un par de prismáticos,
quedó sorprendido al ver que los puntos en cuestión eran de
hecho "azacuanes", buitres de la ruralía guatemalteca. Tal
era el número de buitres que resultaba imposible contarlos.
Pero más sorprendente aún era un objeto cilíndrico a mayor
altura, aparentemente en el centro de la circunferencia
formada por las aves de rapiña.
Aguzando los ojos al máximo, Aguilera emitió un grito
sofocado. El objeto cilíndrico, cada vez más claramente
definido en las lentes de los prismáticos, se acercaba de
forma amenazante. Se trataba del enorme tronco de un árbol
que lanzaba fuego por las raíces.
El atónito espectador informó a su compañero que un enorme
árbol en llamas se dirigía justo hacia ellos. El otro hombre
pensó que su amigo bromeaba hasta que miró por los
prismáticos. Según el testimonio de Aguilera, tanto él como
su compañero se sintieron anegados de temor en lo que el
tronco en llamas - visible ahora a simple vista, y dejando
una estela de humo negro a su paso - alcanzaba su velocidad
de llegada. El proyectil de madera se dirigía nítidamente
hacia la desguarecida colina, y no había escape.
De repente, una fuerza invisible se adueñó del objeto para
frenar su alocado descenso. "Era como si una mano
invisible lo guiara...permaneció inmóvil por algunos
segundos, y fue a caer en un barranco no muy lejos de
nuestro campamento" - informa el testimonio.
A estas alturas, más trabajadores de rescate se habían unido
a los dos operadores de radio y se realizó una misión de
búsqueda hacia el supuesto lugar de impacto. La inspección
cercana reveló que el tronco del árbol era verdaderamente
enorme (cinco metros en diámetro) y que el árbol tenía
restos de hierba, tierra y follaje envueltos alrededor de
sus raíces, que seguían ardiendo. Este hecho convirtió la
misión en una operación improvisada de lucha contra
incendios para evitar una conflagración general. La pregunta
sin respuesta para los trabajadores de rescate era,
obviamente, de dónde pudo haber venido semejante objeto.
Aguilera especuló que la "levitación electromagnética"
producida por el paso de un OVNI (se habían producido
avistamientos en la zona) pudo haber creado un torbellino lo
suficientemente poderoso como para arrancar el gran árbol de
la tierra e incendiarlo con la "radiación" de la supuesta
nave espacial. En vista del altísimo cociente de alta
extrañeza del fenómeno, es posible que su teoría fuese tan
buena como cualquier otra.
EL AUTOR
ha publicado tres libros y numerosos artículos, en varios
idiomas, en las más importantes revistas especializadas en
ufología y antiguos misterios. Es fundador del Institute of
Hispanic Ufology y editor responsable de Inexplicata.us.
© Scott Corrales – Todos los
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expreso del autor
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