Teotihuacán, situada aproximadamente a veinticinco millas al
norte de México, DF., fue la primera y más grande ciudad del
Nuevo Mundo Precolombino. Un primer examen de las
ubicaciones relativas de las estructuras principales de la
ciudad, efectuado por este autor, condujo a una asociación
provisional de las magnitudes relativas de las órbitas de
los planetas Venus y Tierra (1). Esa posibilidad
puede descartarse ahora. La interpretación presentada aquí
demuestra ser más prometedora.
Teotihuacán surgió, floreció y
cayó, cientos de años antes de la llegada de los
conquistadores (2). Fue más grande en tamaño que
la Roma Imperial en la plenitud de su poder, alrededor del
500 AD. Como se muestra en la Fig. 1, la Avenida de los
Muertos, de dos millas de largo, culmina en una gran
plaza delante de la Pirámide de la Luna, y está
flanqueada por la enorme Pirámide del Sol. Al otro
extremo de la Avenida está situado el Templo de
Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada (3).
Los nombres de las principales edificaciones de la ciudad
que aparecen en el diagrama fueron dados por los aztecas y
son los que ellos utilizaban para identificar estas
estructuras, pero se desconoce quiénes fueron sus
constructores. Teotihuacán llega a nosotros a través de los
siglos por la familiaridad del simbolismo de Quetzalcóatl y
la asociación del dios con el planeta Venus.
Fig. 1: Plano de las más importantes estructuras de
Teotihuacán
que muestra las distancias relativas entre ellas. Los
nombres
de tales estructuras fueron dados por los aztecas.
Algunos petroglifos (grabados en piedra) que son
particularmente prominentes en
Teotihuacán consisten en cruces picadas puestas en dos
círculos concéntricos picados. Según Aveni (4) la
mayoría de las cruces tiene un patrón de marcas de picadura
de 10-1-4-1 contando hacia afuera desde el centro a lo largo
de cada eje, definiendo así los respectivos radios de los
círculos concéntricos. Un ejemplo típico se muestra en la
Fig. 2, tomada de Aveni y Hartung (5).
Fig. 2: Uno de los muchos petroglifos de cruz picada que
hay en Teotihuacán.
La proporción de los radios en los petroglifos es por lo
tanto 11/16, o 0.69. Por comparación, la proporción entre
las distancias de una y otra de las estructuras principales
en Teotihuacán es 0.67, como se muestra en la Fig. 1. Uno
supone que la deliberación estuvo de por medio en la
elección original del emplazamiento de las estructuras y de
las configuraciones y magnitudes dentro del simbolismo del
petroglifo.
Tras las consideraciones anteriores, se emprendió un estudio
diferente en un esfuerzo por examinar la posible importancia
fundamental del Sagrado Almanaque de los antiguos
mayas (6).
El Sagrado Almanaque, que los estudiosos han dado en
llamar el Tzolkin, era un intervalo de 260 días que
se repetía continuamente sin interrupción y que formaba
parte esencial del Calendario Maya.
Se consideraron varias soluciones astronómicas (6),
con una que ha perdurado como posibilidad. Esa fue que el
intervalo de 260 días constituía el Período Sinódico con
respecto a Venus de un cuerpo orbitando a una distancia de
2.74 U.A. (Unidades Astronómicas) del Sol. La Tierra orbita
a una distancia de 1 U.A. La ubicación a 2.74 U.A. llama
poderosamente la atención ya que ésta ocupa una posición en
el centro del actual Cinturón de Asteroides. La
órbita se muestra en la Fig. 3, junto con los límites del
Cinturón de Asteroides, aquí simplificados como círculos
concéntricos que quedan aproximadamente entre 2.2 U.A. y 3.2
U.A.
Fig. 3: Posible solución astronómica basada en el
período sinódico de 260 días con respecto a Venus.
Nosotros trabajamos aquí con la posibilidad de que un
planeta de cierto tamaño ocupó alguna vez una posición en
esta región, pero se desintegró y dejó atrás un residuo que
hoy compone el Cinturón de Asteroides. De hecho,
podemos postular razonablemente que la importancia
astronómica del Tzolkin aquí desarrollada va a
reforzar de alguna manera el concepto. Nosotros abordamos
nuestra investigación de la importancia astronómica del
Tzolkin a partir de la primacía del planeta Venus en la
mitología de los antiguos mayas. ¿Por qué los antiguos mayas
estarían interesados en el Período Sinódico de cualquier
planeta con respecto a Venus? Debe tenerse en cuenta que los
lanzamientos (o llegadas) entre un cuerpo planetario y otro
pueden efectuarse durante “ventanas” que aparecen a
intervalos que se corresponden con los períodos sinódicos de
los planetas involucrados. Nuestra solución al Tzolkin
sugiere, por lo menos, cierta relación con las
observaciones del planeta a 2.74 U.A. de Venus, o con los
vuelos entre estos planetas.
Nuestro interés en Teotihuacán y en los petroglifos picados
en cruz volvió a despertarse por lo anterior (7),
y por una referencia en particular de Aveni (8) a
la importancia del número 260 como el número total de
agujeros en el patrón completo de cada uno de los tres
petroglifos, y que en varios casos partes del modelo suman
en total ese número. Nosotros aquí formulamos la probable
suposición de que quien haya diseñado los petroglifos
intentó deliberadamente plasmar el simbolismo representativo
del Tzolkin.
Señalamos anteriormente que los límites del Cinturón de
Asteroides quedan aproximadamente entre 2.2 U.A. y 3.2
U.A. Wasson (9) da un diagrama de la distribución
de los asteroides en el cinturón respecto a las distancias
promedio del Sol. Debe comprenderse que la idea de límites
del cinturón es algo conceptual, ya que allí hay muchos
asteroides pequeños que están fuera de los límites que
nosotros tenemos asignados un tanto arbitrariamente. No
obstante, si podemos aceptar nuestros números como base para
una mayor interpretación, puede desarrollarse una conclusión
interesante.
Volviendo a los petroglifos, ya hemos observado que la
proporción del radio del círculo interno con la del círculo
externo está claramente definida en los petroglifos como de
11/16. Esto es igual que la proporción de 2.2/3.2 para
nuestros supuestos límites del Cinturón de Asteroides.
Podemos ahora tomar en consideración las siguientes
interpretaciones para más estudio. La geometría de los
petroglifos hace pensar en representaciones de los límites
del Cinturón de Asteroides. El número de agujeros en
los petroglifos hace pensar en representaciones de los 260
días del Tzolkin. Un hipotético planeta que alguna
vez habría existido en el corazón del cinturón tendría un
Período Sinódico en relación con Venus igual al del
Tzolkin si ese supuesto planeta estaba ubicado a 2.74
U.A. Nosotros colegimos un interés de las observaciones del
planeta concentrado en Venus y en los posibles vuelos
espaciales entre el planeta y Venus.
Por último, observamos que la geometría de la distribución
de las tres estructuras principales en Teotihuacán mostrada
en la Fig.1 implica un cociente de O.67. Esto puede estar
relacionado al simbolismo del Cinturón de Asteroides
suponiendo un límite interno de 2.2 U.A. y un límite
exterior de 3.3 U.A. En tal caso, una posible interpretación
podría ser que la Pirámide del Sol simboliza el Sol, la
Pirámide de la Luna simboliza la ubicación en el límite
interno del Cinturón de Asteroides, y el Templo de
Quetzalcóatl simboliza la ubicación en el límite exterior
del Cinturón de Asteroides. La posible importancia de las
distancias relativas de las estructuras principales de
Teotihuacán invita claramente al constante análisis.
Referencias:
1)
Stuart W. Greenwood y Rose Mary Bhussry, “Teotihuacan
– An Interpretation”, Ancient Skies, Enero/Febrero, 1985, pp
1-2.
2)
René Millon, “Teotihuacan”, Scientific American,
Junio, 1967. Reimpreso en “Pre-Columbian Archaeology”, con
introducción de R. Wiley y Jeremy A. Sabloff, W.H. Freeman
and Company, 1980.
3)
Karl E. Meyer, “Teotihuacan: First City in the
Americas”, Newsweek Book Division, 1973.
4)
Anthony F. Aveni, “Note on a New Pecked Cross
Discovered at Teotihuacan”, Archaeoastronomy, Enero/Marzo,
1982, p.6.
5)
A. F. Aveni y H. Hartung, “Note on the Discovery of
Two New Pecked Cross Petroglyphs”, Archaeoastronomy, Julio/Septiembre,
1982, pp. 21-23.
6)
Stuart W. Greenwood, “The Tzolkin: An
Interpretation”, Pursuit, Segundo Trimestre, 1985, pp.
75-77.
7)
Rose Mary y Stuart W. Greenwood, Carta en Ancient
Skies, Enero/Febrero, 1990, p. 2.
8)
Anthony F. Aveni, “Skywatchers of Ancient Mexico”,
University of Texas Press, 1980.
9)
John T. Wasson, “Meteorites”, W.H. Freeman and Co.,
1985.
EL AUTOR
se encuentra actualmente retirado de su cargo como Program
Manager en la University Research Foundation establecida por
la Universidad de Maryland, EUA. Su experiencia comprende
la investigación y desarrollo de motores, la enseñanza de la
temática sobre propulsión en universidades de Inglaterra,
Canadá y los Estados Unidos, y como consultor privado. Sus
títulos académicos incluyen un doctorado en Ingeniería
Aeroespacial de la Universidad de Maryland. Lleva largo
tiempo interesado en la Hipótesis del Antiguo Astronauta.
© Stuart W. Greenwood, 2008 – Todos los Derechos Reservados
Traducido y publicado con autorización expresa del autor
Prohibida su reproducción sin permiso del autor.
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