Yo ya he examinado la posibilidad de que
los períodos de visibilidad e invisibilidad de Venus tal y
como los observaron desde la Tierra y los registraron los
antiguos mayas indican que Venus poseyó otrora una atmósfera
que contenía solamente una cobertura parcial de nubosidad.
Esto contrasta con las condiciones actuales en que la
superficie de Venus está oculta de la observación visual
desde la Tierra por una nubosidad atmosférica global. En el
Códice de Dresde, por ejemplo, Venus es invisible contra la
intensa luz del Sol durante 90 días al pasar detrás del Sol
(alrededor de la Conjunción Superior), considerando que hoy
este período es de unos 50 días. El período más corto de
invisibilidad puede hoy atribuirse a las propiedades
altamente reflexivas de una atmósfera cubierta por completo
de nubosidad (1). Las diferentes duraciones de
los períodos de visibilidad como Estrella de la Mañana
y Estrella de la Tarde respectivamente como se
registraron en el Códice de Dresde también puede explicarse
por la hipótesis de que el planeta poseyera otrora solamente
una cobertura parcial de nubosidad (2).
En relación con una discusión del Códice
de Dresde maya, Aveni observa que es curioso que los
babilónicos también contaran un intervalo de desaparición de
tres meses cuando el planeta estaba detrás del Sol (es decir
alrededor de la Conjunción Superior) (3). Aveni
menciona como referencia a Pannekoek (4).
Mientras que los datos en los códices
mayas son de manejo relativamente simple, ya que dan
períodos de visibilidad e invisibilidad en números
específicos que suman en total el promedio del período
sinódico de Venus de 584 días, los antiguos registros
babilónicos en las tablillas de arcilla le plantean al
intérprete muchos enigmas.
Pannekoek describe un documento
astronómico babilónico que ha sido descifrado con los
siguientes resultados: El intervalo de visibilidad como
Estrella de la Mañana es de 8 meses y 5 días, seguido
por 3 meses de invisibilidad. Hay luego otro período de 8
meses y 5 días como Estrella de la Tarde, y
finalmente un período de invisibilidad de 7 días para
completar el período sinódico.
Si suponemos meses iguales de 30 días de
duración, el período sinódico sería de 587 días. Éste es el
máximo del rango de variación en el período sinódico de
Venus (5). Es más, tomando el período de cada mes
como de 30 días, obtenemos los siguientes intervalos:
-
Visibilidad como
Estrella de la Mañana: 245 días
-
Invisibilidad en
la Conjunción Superior: 90 días
-
Visibilidad como
Estrella de la Tarde: 245 días
-
Invisibilidad en
la Conjunción Inferior: 7 días
Tenemos de este modo un indicio de los
babilónicos de que el período de invisibilidad de Venus
cuando iba pasando detrás del Sol era de unos 90 días, y en
lo que a esto se refiere el Códice de Dresde maya y los
archivos babilónicos parecen apoyarse entre sí. Por otro
lado, los períodos de visibilidad como Estrella de la
Mañana y Estrella de la Tarde difieren
respectivamente en los registros mayas, pero está demostrado
en la interpretación anterior de los archivos babilónicos
que son iguales (por lo menos en lo que se refiere a meses y
días).
Lynn E. Rose y Raymond C. Vaughan, en un
análisis del material utilizado para elaborar los datos
babilónicos, son citados por Douglas (6) como
demostración de que parte del material indica que las
visibilidades del Este (la Estrella de la Mañana)
promediaban 240,2 días y que las visibilidades del Oeste
(la Estrella de la Tarde) promediaban 249 y 4/9 días.
Hay aquí muy estrecha semejanza con los
datos mayas en los que los períodos de visibilidad como
Estrella de la Tarde son mayores que aquellos como
Estrella de la Mañana.
Evidentemente, los datos babilónicos y
sus interpretaciones invitan a examinar más detenidamente la
posibilidad de que (quizás en conjunción con los registros
mayas) haya aquí algo que aprender que contribuirá a nuestra
comprensión de la comparativamente reciente historia del
planeta Venus.
Agradecimiento:
El autor
agradece al Dr. Lynn Rose por proporcionarle la información
e interpretaciones sobre los datos astronómicos babilónicos,
y por revisar este artículo. El último, claro, es
enteramente responsabilidad del autor.
Referencias:
-
Stuart W.
Greenwood, “Atmospheric Changes on Venus?”; Ancient
Skies 12:4
-
Stuart W.
Greenwood, “Mayan Pointers to Surface Variations on
Venus”; Ancient Skies 17:1.
-
Anthony F.
Aveni, “Skywatchers of Ancient Mexico”; University of
Texas Press, 1980.
-
A.
Pannekoek, “A History of Astronomy”; George Allen and
Unwin, 1961.
-
J.E.S.
Thompson, “Maya Astronomy”, in “The Place of Astronomy
in the Ancient World”; Philosophical Transactions of the
Royal Society of London, Vol. 276, No. 1257, May 2,
1974.
-
William
James Douglas, “Mayan and Babylonian Observations of
Venus”; Correspondence item, Kronos, Vol. VII No. 3,
Spring 1982, pp 90-91.
EL AUTOR
se encuentra actualmente retirado de su cargo como Program
Manager en la University Research Foundation establecida por
la Universidad de Maryland, EUA. Su experiencia comprende la
investigación y desarrollo de motores, la enseñanza de la
temática sobre propulsión en universidades de Inglaterra,
Canadá y los Estados Unidos, y como consultor privado. Sus
títulos académicos incluyen un doctorado en Ingeniería
Aeroespacial de la Universidad de Maryland. Lleva largo
tiempo interesado en la Hipótesis del Antiguo Astronauta.
© Stuart W. Greenwood, 1992 / 2009 – Todos los Derechos
Reservados
Traducido y publicado con
autorización expresa del autor y conforme a la edición
original de Ancient Skies, Vol. 19, Nº51 de
noviembre/diciembre de 1992.
Prohibida su reproducción sin permiso del autor.
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