¿Llegó una nave extraterrestre a las costas de Japón en
1803?
Más o menos así es la pregunta que muchos se han estado
haciendo a partir de la televisación de un documental de
History Channel
que difundió una vieja leyenda japonesa, mostrando al
público
ciertos dibujos antiguos que algunos no dudaron en
relacionar de inmediato con la representación artística de
un OVNI…O mejor dicho, con la idea que popularmente se tiene
de la figura “redonda” del objeto no identificado en
cuestión.
La historia se conoció por primera vez en Japón ya bien
entrado el siglo 19, a través de dos libros que eran
compilaciones de varios hechos curiosos y ficciones basadas
en el folclore nipón de aquella época, el
“Toen Shosetsu”
y el “Ume no Chiri”, publicados en 1825 y 1844
respectivamente. Ambas obras recogieron más o menos la misma
narración bajo idéntico título: "Mujer extranjera en un
barco hueco". Se cuenta en substancia que el
22 de febrero de 1803, los habitantes de una aldea japonesa
(hoy Ibaragi) vieron flotando en el mar una extraña
embarcación que se aproximaba lentamente hacia la costa, y
que cuando unos pescadores fueron en sus botes a buscarla y
la remolcaron hasta la playa vieron que había en su interior
una joven mujer de unos veinte años, de rara fisonomía, con
la piel rosada y larga cabellera roja, que les hablaba en
una lengua desconocida mientras sujetaba con fuerza una caja
de madera que parecía ser muy importante para ella porque no
le permitía a nadie tocarla. La nave, también desconocida
para los aldeanos, era redonda y más bien pequeña, de unos
5,5 metros de diámetro y algo más de 3 metros de alto; su
parte superior era negra y tenía vidrios coloreados
cubiertos con rejillas formando cuatro ventanas cuyos bordes
iban protegidos con una especie de betún; su parte inferior
se hallaba reforzada con placas de hierro y su interior
estaba cubierto de inscripciones irreconocibles para los
lugareños y había en el piso una suave alfombra y agua y
comida para la extraña dama.
Hasta aquí, lo acontecido según los textos mencionados. La
imagen que vemos a continuación corresponde a una antigua
ilustración proveniente de esos mismos textos que, según
algunos, representaría a la nave espacial que fue
vista flotando a la deriva por aquellos desprevenidos
testigos japoneses en 1803…

Antiguo dibujo de la mujer extranjera y la embarcación que
apareció en Japón en 1803.
En contexto
Utsuro Bune
(o Utsuro Fune) significa literalmente en japonés
“barco hueco”, definición que no está nada mal para dar a
entender de qué hablaban los aldeanos que vieron venir
flotando hacia ellos esa pequeña embarcación con forma de
tazón de arroz. Pero, ¿fue en realidad el “barco hueco” en
sí o más bien la joven extrajera que iba en él lo que armó
el alboroto que puso el caso en una compilación de relatos
curiosos para su época?
Verídico o no, lo cierto es que el acontecimiento relatado
en los libros japoneses de 1825 y 1844 corresponde al
período que se conoce como Tokugawa (entre 1603 y 1867)
cuando Japón se mantuvo aislado por completo del resto del
mundo, viviendo en una sociedad enteramente feudal (el
shogunado) y evitando toda influencia extranjera,
especialmente la Occidental. No es raro pues que la
presencia de “alguien que venía de muy lejos” (un
extranjero) fuese causa suficiente para dar de qué hablar…ya
sea a favor o en contra del aislamiento nipón.
Se han dado muy plausibles interpretaciones acerca de la
probable identidad de la mujer de cabello rojo. Y tal vez no
se equivoquen aquellos que sugieren que habría que poner
especial atención a ciertas antiguas costumbres rusas que
indicaban cómo proceder cuando se descubría que una esposa
le era infiel a su marido. La dura ley no escrita mandaba a
decapitar al varón y poner su cabeza en una caja que se le
entregaba luego a la mujer, la cual era expulsada del pueblo
subiéndola a un pequeño bote que era remolcado mar adentro y
abandonado finalmente a la buena de Dios…
La cercanía entre Rusia y Japón abona suficientemente esta
hipótesis; mucho mejor desde luego que cualquier idea
peregrina que pretenda relacionar a la pelirroja del “barco
hueco” con visitantes de otros mundos.
Utsuro
Bune
Por lo demás, ¿qué hay en la descripción de la embarcación
que permita sospechar una mínima relación con la avanzada
tecnología espacial que es dable suponer de un OVNI, si
acaso provienen estos objetos de un mundo lejano?
Nada. En absoluto.
El único argumento, insostenible per se, que han repetido
alegremente y sin sonrojarse los defensores de esta
asociación libre (o libertina, más bien) “Utsuro Bune/OVNI”
se basa en la forma redonda que se observa en los dibujos
antiguos. Nada más. Aspecto que por lo visto convencería de
igual manera a estos mismos entusiastas del facilismo si
vieran una vieja ilustración de un Thung Chai, una
tradicional embarcación redonda de unos 2 metros de
diámetro, hecha en bambú y calafateada con alquitrán, que
los pescadores vietnamitas usan todavía hoy.

Izquierda:
Dibujo del Utsuro Bune. Derecha: Thung Chai, tradicional
bote vietnamita
En ningún caso una hipótesis se formula escupiendo a los
cuatro vientos lo primero que le viene a uno a la cabeza. El
juicio que se hace de algo sin examen suficiente es mero
antojo; anhelo puro que de nada sirve. Como no pocas
chorradas que acaban convirtiendo a la investigación de las
posibles visitas extraterrestres a nuestro mundo en algo
marginal y mal visto por la mayoría de la comunidad
científica.
Dicho esto, pongamos ahora en perspectiva al “Utsuro Bune/OVNI”,
con sus ventanitas de vidrio coloreado y bordes
impermeabilizados con betún y su parte inferior reforzada
con placas de hierro, sin olvidar la suave alfombra del
interior, e imaginémoslo por un momento como un aparato
capaz de la más atrevida hazaña espacial de una civilización
exótica y tecnológicamente mucho más avanzada que la
nuestra… ¡y soltemos una carcajada pensando que es broma!
Como el puro de Freud
Es bien conocida la anécdota sobre el médico y neurólogo
austríaco Sigmund Freud, quien al entrar fumando un puro
en la sala donde iba a dar una conferencia sobre símbolos
fálicos fue objeto del comentario agudo de un joven
estudiante que se creía muy perspicaz. Y la memorable
respuesta del padre del psicoanálisis fue tan sencilla como
contundente: "Un puro a veces es sólo un puro".
Del mismo modo, un “barco hueco” a veces es sólo un “barco
hueco”…
EL AUTOR
estudió abogacía en la Universidad de Buenos Aires
(Argentina). Es periodista versado en ciencia y fue
coordinador documental de la revista Cuarta Dimensión,
jefe de redacción de otras publicaciones especializadas y
actualmente es el editor de antiguosastronautas.com.
Desde 1980 ha publicado gran número de artículos referidos a
la hipótesis de las paleovisitas extraterrestres
© César Reyes de Roa, 2009 – Todos los derechos reservados.
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