Publicación exclusiva sobre la hipótesis de las paleovisitas extraterrestres
CONTCTO
 

RELIGIÓN, TEÍSMO Y LA HIPÓTESIS DEL ANTIGUO ASTRONAUTA  

   

Trabajo presentado por el

autor durante la 2° Conferencia

Mundial de The Ancient

Astronaut Society, celebrada

en Zurich, Suiza, en mayo de

1975.

PASQUAL S. SCHIEVELLA

Dr. PASQUAL S. SCHIEVELLA

EUA

http://mysite.verizon.net/vzepglv8/index.htm

 

Las religiones teístas organizadas han ejercido un firme dominio sobre la emoción y la mente del hombre desde que él le temía a la oscuridad y desde que hubieron sumos sacerdotes ávidos de actuar como representantes de Dios, ofreciendo la verdad y la esperanza al crédulo. No hay ninguna ley suprema, comprobable y sustentable por datos, que requiera la existencia de un dios, un cielo, un infierno, un purgatorio, un más allá, el pecado, el mal, y todo lo otro que acompaña a las religiones teístas en este mundo. Éste es el caso aunque las religiones hayan sido traídas a la Tierra por nuestros todavía-por-ser-descubiertos antiguos astronautas.

 

En un intento de extrapolar qué cambios tendrán lugar en nuestras religiones, debemos suponer que una inteligencia extraterrestre ha visitado (o está visitando) la Tierra. Debemos suponer, también, como von Däniken ha sugerido, que no es meramente por la religión por lo que nosotros podemos estar en deuda con ellos. Ellos no sólo deben de haber plantado las semillas de su cultura, su estructura social, y  varios otros conceptos, sino también nuestras muchas características fisiológicas. No tenemos ninguna razón para suponer, sin embargo, que las inteligencias extraterrestres no poseerían debilidades tales como la sed por el poder y la codicia que se encuentra en el hombre. Ciertamente, una interpretación literal de los grandes  libros religiosos del hombre parece confirmar esto. Puede ser que nosotros hayamos adquirido algunos de estos mismos rasgos de ellos. Por consiguiente, debemos intentar en nuestra investigación no sólo determinar si hay alguna clase de evidencia que nos brinde conocimiento sobre su ambiente socio-cultural y características físicas.

 

No  nos atrevemos a ignorar los logros exploratorios de von Däniken y otros como él. Ni  debemos ignorar las inclinaciones socio-antropológicas de los pueblos primitivos y científicamente ignorantes que sienten un temor reverencial hacia lo que no entienden – el miedo es la razón por la cual el culto instantáneo evoluciona. Tal es el caso del culto a John Frum de los nativos de la Isla de Tanna en Nueva Guinea conforme fue informado en mayo de 1974 por la National Geographic Magazine. El nivel al que tal culto instantáneo se desarrolla parecería ser proporcional al grado de entendimiento y sobrecogimiento. El origen de tal culto confiere, por cierto, un considerable crédito a la tesis de von Däniken con respecto al origen de nuestras religiones terrestres.

 

Mucho se ha dicho sobre los avances y sofisticaciones de las religiones contemporáneas. Sin embargo, si hablamos del hombre corriente,  encontramos que éste tiene poco conocimiento de estos adelantos en los conceptos culturales y socio-religiosos. Él todavía conserva las fantasías antropomórficas que hemos heredado de antaño.

 

Está claro que hay una disminución en la intensidad de la creencia. Pero, el antropomorfismo persiste tenazmente en las mentes de más de la mitad de la población del mundo. Nuestra literatura está repleta de referencias subliminales que confunden los hechos con la imaginación. Y hace ya largo tiempo que Epicúreo, un filósofo griego nacido en la isla de Samos en el siglo cuarto a.C., sostuvo que lo acertado de creer en una deidad antropomórfica era irremediablemente puesto en duda cuando se cuestionaba la buena disposición o habilidad de Dios para prevenir el mal.

 

¿Está dispuesta la deidad a prevenir el mal pero no es capaz?

 

Entonces, es impotente.

 

¿Es capaz, pero no está dispuesta?

 

Entonces, es malévola.

 

¿Es capaz y bien dispuesta?

 

¿Entonces, de dónde viene el mal?

 

¿No es capaz ni está dispuesta?

 

¿Entonces por qué se le llama deidad?

 

Pero Epicúreo fue igualmente ignorado por las masas. Se usaron argumentos teológicos de todo tipo de simplicidad y complejidad para socavar su famoso  argumento. Por lo general, las respuestas de los teólogos fueron desde “Dios quiso crearnos libres” hasta “no hay que cuestionar su sabiduría”.

 

Por no decir más,  un dios que nos creara capaces de interrogar su sabiduría y nos negara el recurso de ponerle remedio a los males que su omnipotencia ha hecho posible sería un dios que debería verse como un paradigma de sadismo o, para ser más generosos, como un bromista práctico.  

 

Allí donde los filósofos han sido lentos para desengañarnos de tales conceptos imaginativos, quizás von Däniken y otros tendrán éxito más rápidamente a través de enfoques pragmáticos, empíricos y científicos. Cuando se descubra que el concepto de astronautas antiguos no es una moda pasajera y no desaparecerá, la oposición aparecerá inequívocamente.

 

Si deseamos conocer a esos opositores,  debemos recordar primero sus antiquísimas estrategias y modus operandi. Simplemente digamos que la técnica será de infiltración, como en la política, y absorción, como con la teoría de la evolución y la inculcación de la dependencia. Con respeto a esto,  pocos hombres se elevan por encima de su sensación de indefensión si han sido condicionados a ello desde temprano en la vida.

 

Esta sensación de indefensión es mitigada por la fe ciega en una fuente sobrenatural de benevolencia.  Tal consuelo es fomentado y perpetuado por nuestra sociedad religiosamente orientada. Por un lado se articula la independencia y confianza en sí mismo, mientras por el otro se adoctrina sobre la dependencia hacia la ayuda trascendental. Es más, garantizándole al hombre su tan anhelada inmortalidad, se hace fácil captar su mente. Ya que sus creencias afectan sus acciones, hay una necesidad de reemplazar la fe ciega en la autoridad con creencias garantizadas.

 

El concepto de un dios antropomórfico hace tiempo que es obsoleto. La evolución de los conceptos del hombre acerca de Dios ha cubierto toda la gama desde lo ridículo a lo sublime; desde ranas tuertas hasta un dios trascendental comprometido pero no afectado por las leyes del Universo.

 

La religión está pagando el precio porque su dios, con todos sus atributos antropomórficos nunca ha estado a la altura ni ha podido satisfacer las demandas de su creador - el hombre, aunque “Dios” sea un antiguo astronauta. Cuando el hombre finalmente decida despojar a su dios de vestiduras antropomórficas o acabar con él completamente, entonces la religión se convertirá en una institución viable capaz de cumplir con las necesidades espirituales y emocionales de los seres humanos.

 

Pero no debemos subestimar los recursos de nuestros teólogos. Ellos lo han hecho bien por más de 2.000 años, ayudados, claro, por nuestra, como William James podría ponerlo, “Voluntad de Creer” Y sus instituciones están preñadas de adeptos expertos en dar interpretaciones religiosas de eventos naturales. Ningún esfuerzo humano desde la educación hasta la filosofía, la ciencia,  el gobierno, ha podido todavía resistir la fuerza de sus métodos, riqueza e influencia. Nosotros seríamos ingenuos al suponer que a la tesis de los Antiguos Astronautas como fuente de nuestras religiones le irá algo mejor si no ocupamos las torres de vigilancia.

 

Nuestros teólogos han desarrollado un atraso de lo que deben ser ahora los síndromes arraigados fisiológicamente - bancos de datos moleculares cerebrales. Habiendo implantado sus dogmas en sutiles y muy elaborados procesos de condicionamiento, por más de 2.000 años, ellos entonces siguen adelante a la manera kantiana, jungiana, o chomskiana  para insistir con que tales ideas son innatas. Habiendo hecho esta afirmación, ellos nos llaman a aceptar la validez de Dios ahora. “Quiénes,”  preguntan ellos, al estilo anselmiano, “somos nosotros para explicar la presencia de estos intuitivos conceptos de Dios?”  

 

No es probable, dadas las deficiencias educativas de nuestros sistemas de instrucción que se niegan a examinar nuestros abusos del idioma, que los seres humanos, con sus temores infantiles profundamente arraigados y su capacidad racional subdesarrollada, puedan ser alguna vez capaces de desentrañar las contradicciones religiosas que impregnan su visión del mundo. Fomentado además por el establishment religioso, e ignorando la advertencia de von Däniken de dudar de las interpretaciones medievales de la Biblia, el Mahabbarata, el Corán, y otras obras por el estilo, ellos lucharán para resistir la avalancha de evidencia convincente en contra.  

 

Los instrumentos a través de los que el teísmo ha sostenido y extendido sus poderes incluyen cada apelación emocional desde el miedo al arte hasta las largas túnicas coloridas y particularmente el poder y el apoyo moral que vienen de la camaradería nacida de y llevada por la creencia común. Sin tales apelaciones estéticas o poéticas y relaciones sociales hay razón para dudar de la habilidad del teísmo para sobrevivir. La religión teísta apela a lo irracional. Su instrumento principal es el adoctrinamiento; es decir,  el condicionamiento de las mentes jóvenes. Los padres y la sociedad son trabajadores bien dispuestos. Nosotros estamos persuadimos para aceptar términos insustanciales y conceptos vacíos como alusión a la realidad. La más persuasiva recompensa, sin tener en cuenta las crueldades, el sufrimiento, el retraso del pensamiento racional, es el garantizado ascenso a la vida eterna en el cielo de Dios por el simple precio de la verdadera, y sin embargo ciega, creencia.

 

Los hombres con el poder, la riqueza, y los medios para diseminar las llamadas “verdades” de las figuras míticas y legendarias han tenido éxito haciendo sus ideas atractivas. Tales hombres estimulan los profundos deseos psicológicos de una panacea eterna y son especialistas en manipular las mentes, las emociones y las aspiraciones espirituales y transcendentales del hombre.

 

Pocos de nosotros hemos aprendido a vivir con la incertidumbre. Esto inhibe la acción positiva, destruye nuestra voluntad para lograr nada en absoluto - enfrentados, como estamos, con lo transitorio de la vida. La religión teísta, sin embargo, nos enseña lo contrario - que esta vida es sólo la preparación para otra eterna.

 

Esto constituye la técnica sutil de la modificación de la conducta y los cambios de nuestro curso natural de pensamiento y acción,  de ahí el celo misionero que ha tenido tanto éxito en el moldeado de las mentes indefensas.

 

De esta manera, los hombres irracionales ofrecen explicaciones sobrenaturales de eventos que ellos mismos no pueden comprender. Debido a nuestra bien condicionada necesidad de creer, y debido a nuestra ignorancia sobre las complejidades de lo que constituye el idioma, la verdad y el conocimiento, el mal uso del idioma por estos hombres irracionales nos da las ilusiones de entendimiento y verdad. Tales ilusiones mantienen los hechos de nuestras mentes incluso ante la convincente evidencia en contrario. Estas tendencias humanas hacia las ilusiones de comprensión son las fuerzas con las que nuestra evidencia debe competir aun si finalmente nos ganamos la total confianza de la comunidad científica.

 

Bertrand Russell dijo una vez de todas las autoridades religiosas: “Esos expertos adquieren el poder infaliblemente, ya que tienen la solución para la verdad. Como cualquier otra casta privilegiada, ellos usan su poder para reforzar sus intereses establecidos.”

 

Pronto los religiosos invadirán el campo de los Antiguos Astronautas tratando de demostrar que ellos, también, tenían una religión. Considerado la dominante influencia organizada que la religión ha ejercido en la mente de hombre, es tiempo de demostrar que las verdades sobrenaturales no son en absoluto verdades y que nosotros debemos empezar a buscar qué tiene para ofrecer la vida en la Tierra.

 

La palabra latina “religio”, originalmente significaba “ligar”, “estar ligados juntos”. Es quizás por esta razón que no sólo a las instituciones socialmente reconocidas como el Cristianismo, Judaísmo, Hinduismo, y Budismo se las ha llamado religión sino también a los grupos sociales, culturales y seculares; a saber, el ateísmo, la ciencia, la ética, el comunismo, etc.

En cada uno de estos casos, la religión tan definida, inculca valores personales y sociales. En algunos casos, estos valores son considerados transcendentales y en otros pragmáticos y sociales. Muchas personas consideran que las fuentes transcendentales de valores son producto de la superstición, el mito, y la ignorancia. Ellos son el resultado de los modos pre-científicos de pensamiento que se originan en el miedo a la oscuridad, lo desconocido y lo inexplicable. Pero porque fueron introducidos en un aura de autoridad religiosa, se aceptan como valores que emanan de Dios.

 

Estos valores, así como las llamadas verdades religiosas, nacieron de la ignorancia pre-científica. Cargados con la asociación religiosa, ellos no habrían tenido manera de florecer en un ambiente racional, la condición necesaria para una estructura social sin prejuicios y racional. Un ambiente tal, de haber existido, podría haber cultivado la aceptación de valores éticos sin las confusas contradicciones de lo sobrenatural. Tales fantasías religiosas de los éxitos de nuestra actual cultura científica y los desencantos con la religión debido a su fracaso traen un efecto en paralelo sobre los valores.

 

Es quizás por esta razón que la religión ha ido lentamente en declive y a la defensiva durante muchos años. En una época, sólo el dos por ciento de la población mundial no creía en un dios. Hoy, por lo menos  el 20 por ciento no lo hace. Este descenso y la defensiva han sido provocados, en parte y quizás particularmente, por el adelanto exponencial de los datos científicos y, por otra parte, comprobables.

 

La contribución de The Ancient Astronaut Society, también, ya no podrá ser ignorada. Sino, asociada con la evidencia de este declive y con el reconocimiento de que la religión teísta no ha purificado el mundo y es culpable de gran parte de su sufrimiento.

 

Sin embargo, no es la destrucción de la religión lo que se busca. Más bien lo que se pretende es su humanización y revitalización. Debe volverse una fuente de amor, dignidad y moralidad de hecho, en lugar de meramente en principio. Debe dejar de ser una obligación para las mentes cerradas en vías de desarrollo, e incapacitadas para reconocer los subterfugios, una aceptación no razonada que se hace del agente catalizador del prejuicio y el fanatismo. También, debe volverse una fuerza unificadora que borrará del mundo el mal, el sufrimiento, el miedo, y las divisiones que ha fomentado.    

        

De ninguna manera puede acusarse válidamente al incrédulo de estos males.

Por un lado, se afirmará que los seres extraterrestres, también, creen en Dios. Por consiguiente, podemos esperar un intenso crecimiento y resurgimiento, primero, en la investigación religiosa para interpretar los hechos en consecuencia, y luego en una formidable invectiva de propaganda del teísmo, y finalmente en un inmenso crecimiento de la población religiosa. Por otro lado, si los seres extraterrestres tienen religiones radicalmente diferentes de las nuestras, nuestras religiones institucionales sufrirán mucho y decrecerán enormemente. Nosotros ya estamos sobrecargados con las diversidades de religiones que se ponen a mano al decir “siempre hay lugar para uno más,” y esto podría muy bien ser “el colmo” particularmente si la inteligencia visitante es por lejos superior a nosotros.

 

Pero el problema aquí no son los astronautas extraterrestres,  sino, por supuesto, los astronautas antiguos. Hay dos factores determinantes que influyen en nuestras creencias. El primero es la distancia de la que ellos vinieron. Ciertamente,  nosotros ya no creeremos más que somos los elegidos de Dios o bien que somos los únicos árbitros e imagen de Su naturaleza y existencia. Pero nuestros teólogos son dogmáticos expertos y pueden crear frases tales como “la fe es la más alta forma de la razón”, haciéndolo parecer creíble para aquellos no iniciados en lo intangible y  complejo del lenguaje. Lo segundo es la apariencia de nuestros astronautas antiguos. Si ellos son radicalmente diferentes en cualquier forma, inteligencia, moralidad, etc., éstos no constituirán un impedimento para las mentes religiosas fecundas.

 

Nosotros nos justificaríamos, no obstante, creyendo que una inteligencia más adelantada y científicamente desarrollada sería menos propensa a aceptar las contradicciones y ambigüedades de la religión teísta.

 

Además, nuestros astronautas antiguos no pueden ser representativos de las creencias sostenidas por la sociedad de la que ellos vinieron. Esto, claro, sería de ninguna importancia para nuestros teólogos. Las autoridades religiosas están en una posición superior para diseminar sus interpretaciones de astronautas antiguos a la sociedad religiosamente orientada que espera la palabra de los púlpitos y las prensas religiosas del mundo. Pero una fuerza compensatoria estaría en el trabajo. Los medios de comunicación también estarían diseminando la información - algún objetivo, algo basado en conjeturas. Por consiguiente, el conflicto que hubo inflamado la relación entre la ciencia y la religión en las pasadas décadas se volverá a reavivar con mayor  fuerza. Pero concomitantemente, las esporas del polvo darán nacimiento a la nueva descendencia de un carácter completamente diferente.

 

La historia registra que la religión se está ajustando a los nuevos hechos incontrovertibles y a las fuerzas sociales. La religión mantiene su equilibrio reinterpretando esos hechos en su propio mejor entender. Por ejemplo, el advenimiento de Darwin llevó  a algunos a la aceptación de la evolución como “la manera de Dios”. Tales tergiversaciones se resuelven (o surgen, si usted prefiere) en la postura  de un funcionamiento más secularizado con la religión que ahora se ocupa  más de materias mundanas y pragmáticas como el aborto, la población, el bienestar, la riqueza material, la política, etc., que a la preparación para la otra vida. Esto no quiere decir que no se recurra todavía a la apelación al temor del castigo eterno. Pero esto está menguando bastante, como las expresiones religiosas clásicas de fuego y azufre. Incluso nuestros sermones de TV al final de cada día giran principalmente hacia el entendimiento de las relaciones humanas dando labio al servicio de las viejas expresiones religiosas y metafísicas. Esto último está normalmente reservado para las reuniones de renovación y las espectaculares reuniones de la TV con los adoctrinados en escuchar frases emocionales y “probadas y verdaderas” expresiones bíblicas cuidadosamente escogidas para describir a Dios como eternamente benevolente.

 

La prueba positiva de que los Antiguos Astronautas visitaron la Tierra probablemente disminuirá seriamente la necesidad de rendir culto. Ésta es la grieta en la pared que no puede repararse. La religión sin el culto no es la religión teísta de la Biblia. Si la religión pierde su poder para instilar el temor y rendirse culto, se condena. Ya, la tierra es fecunda. Hay poca duda de que el éxito de los hallazgos de von Däniken sea debido a su experta investigación, su distribución literaria, y a los efectos de la ciencia en el mundo. Se debe, también, a un desencanto general con lo sobrenatural. El mundo parece estar ejerciendo una opción entre dos imponderables y parece estar optando por lo que es posible de acuerdo a los principios científicos. A través de la ciencia, nos hemos preparado para cuestionar, examinar, y para analizar.  Hemos visto a las autoridades religiosas discrepar públicamente sobre materias religiosas. Cualesquiera sean los otros efectos que han tenido lugar a continuación del tal despliegue público de caballerosa discordancia religiosa, la pérdida del culto ha sido el precio que ellos han tenido que pagar. Es la pérdida del culto lo que permite a las nuevas ideas abrirse camino.  

 

La idea de la inteligencia extraterrestre es simplemente una idea cuyo momento ha llegado.

Da testimonio de ello el subtítulo de un artículo del número de Scientific American de mayo de 1975: “Puede haber poca duda de que existan civilizaciones más adelantadas que la de la Tierra en otra parte en el Universo. Las probabilidades de localizar uno de ellas requiere un esfuerzo sustancial.” Esta es una idea significativa de que los conceptos religiosos transcendentales serán forzados a darle camino a las religiones seculares.

 

Se romperá el dique de los conceptos religiosos transcendentales que han mantenido en jaque la amplia divulgación de valores religiosos seculares a los que rara vez se les ha reconocido su mérito - es decir, expresiones culturales, éticas y sociales del espíritu del hombre, altruismo, bondad, dignidad, potencial de grandeza, etc.

 

Si los extraterrestres fueran a traer sus propias religiones con ellos, habría tres fuerzas trabajando aquí en la Tierra: 1) una consolidación del valor y declarada validez de la religión; es decir, se buscarían elementos en común con aquellos de las religiones de la Tierra; 2) seguiría un fomentado debilitamiento de las religiones de la Tierra; 3) y una absorción de los valores religiosos de los antiguos astronautas en nuestras religiones sería inevitable.

 

Si se corroborara que antiguos astronautas vinieron a la Tierra y que ellos son nuestros dioses, la religión en la Tierra sufriría enormemente. Los valores de aquellos condicionados a la necesidad de un Dios se deteriorarían. El desorden social estaría en alza, porque no se ha inventado todavía ningún proceso educativo para llenar el vacío religioso al que se llegaría entonces.   

 

¿Cuáles serían las ramificaciones psicológicas de las personas que comprobaran que Dios nunca existió? Los antecedentes psico-históricos están demasiado arraigados fisiológicamente para disipar los impulsos religiosos. La razón chocará con las necesidades emocionales y conceptuales. Pero sólo una disminución o cesación de la propaganda religiosa permitirá a la nueva información tomar asidero. Por consiguiente, las instituciones religiosas, para retener sus dominios de poder e influencia, se opondrán a los datos científicos con una invectiva de propaganda religiosa, aprovechando cada verdad a medias como el núcleo para otro dogma.

 

El hombre ha demostrado su temple en la historia del mundo y superará el seguro conocimiento de que sus dioses fueron sólo seres extraterrestres, limitados. Él empezará a mirarse a sí mismo para confiar en sus propios recursos internos. Al conseguir comprender bien tales recursos, desarrollará confianza en sí mismo y un sentido de su propio valor y habilidad independiente para obtener logros sin recurrir a  poderes místicos, milagrosos, o ilusorios. Ya no más sometido a la ilusión de la comprensión religiosa y a los consoladores impulsos subconscientes para el cumplimiento de los deseos, él puede ceder por fin ante las ganas de hacer realidad su auto-crecimiento. Él entenderá entonces de verdad el significado de, “Dios ayuda a aquellos que se ayudan a sí mismos”. En este caso lo contrario sigue necesariamente que aquellos que no se ayudan, aunque puedan recibir la ayuda de otros seres humanos, muy probablemente no recibirá ayuda de un Antiguo Astronauta - no pronto por lo menos.

 

El hombre crecerá hasta su completa estatura una vez liberado de la fuerza hipnótica del hipostático socorro teísta, es decir, aquellos que hayan sido voluntariamente liberados. El conocimiento contemporáneo (científico o de otro tipo), hasta este momento circunvalado por el amor de Dios y la religión, sería ahora su único recurso para llenar el vacío dejado por el reconocimiento de la verdad sobre su Dios. Esto, en contraste con las promesas de la religión, puede cumplirse.

 

Las semillas del sólido razonamiento  y los convincentes argumentos contra la existencia de un Dios antropomórfico han sido bien plantadas en la tierra fecunda de la vida contemporánea. Es sólo la constante cultivación de las malezas conceptuales del teísmo lo que impide su crecimiento. Arranque las malas hierbas y las semillas de la razón y el conocimiento científico florecerán. El hombre se convertirá finalmente en su propio dueño, con una comprensión de su espíritu, potencial y dignidad.

 

 

 

 

EL AUTOR es doctor en filosofía egresado de la Columbia University (EUA). Es fundador y presidente de The National Council for Critical Analysis, y editor de The Journal of Critical Analysis y The Journal of Pre-College Philosophy. Ha publicado gran número de libros y artículos, algunos de ellos relacionados con la hipótesis del antiguo astronauta.

 

 

© Pasqual S. Schievella – Derechos reservados.

Traducido y publicado con autorización expresa del autor.

 

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