Las noticias, tanto como todo lo demás,
necesitan suerte para tener éxito. Las noticias, más que
nada, no tienen ninguna oportunidad de éxito si son
inconvenientes - y especialmente, si por casualidad son
verdaderas.
Un caso puntual: los últimos
descubrimientos acerca de la Luna.
La Luna – la constante compañera de la
Tierra - ha desconcertado a los astrónomos modernos desde el
principio. Es demasiado grande para haber sido el satélite
natural de Tierra, sin embargo es casi tan antigua como la
Tierra. ¿Cómo llegó allí? La explicación imperante es la de
la Teoría del Colosal Impacto: Un cuerpo celeste
errante (un asteroide, un meteoro) chocó contra la Tierra y
expulsó un pedazo de la Tierra que con el tiempo se fue
redondeando hasta ser la Luna (ver ilustración “A”). Ha
habido problemas con esta explicación: La Luna debería ser
entonces, pero no es, similar a la Tierra. ¿Y qué le pasó al
cuerpo que impactó? La respuesta era: se evaporó en el
inmenso calor causado por el impacto. No muy convincente,
especialmente desde que el reciente cálculo demuestra que el
“meteoro” tuvo que ser del tamaño del planeta Marte…
En mis libros El 12vo.
Planeta y Génesis Revisitado dije:
¿Qué tal si miramos desde la perspectiva sumeria? Tratando a
la “Épica de la Creación” no como un mito alegórico sino
como una cosmogonía sofisticada, el texto antiguo hablaba de
una colisión celestial en la que un invasor (Nibiru)
destruyó al grande y acuoso planeta Tiamat,
ocasionando que la mitad de él se convirtiera en la Tierra y
su satélite principal se volviese la Luna de la Tierra
(ilustración “B”). Eso es lo que yo dije. ¿Algún astrónomo
prestó atención? Si así fue, entonces no lo hizo público,
puesto que la aceptación significaba estar aceptando a
Nibiru y los Anunnaki y los extraterrestres, y el resto de
esas cosas sin sentido…

Ahora, escondido en la página 170 de la
edición del 10 de julio de 2008 del periódico Nature,
me encontré con un titular que debería estar en la primera
plana de todos los periódicos principales (pero no lo está):
LA LUNA EN SUS COMIENZOS ERA RICA EN AGUA.
Como el mismo prestigioso periódico
explica, un grupo de seis científicos americanos, empleando
nuevas tecnologías, ha encontrado evidencia en las piedras
de la Luna de que cuando la Luna se formó tenía agua entre
sus “volátiles”. Por “volátiles”, los científicos se
refieren a componentes básicos que se evaporan cuando son
sometidos al calor. Como señala el periódico en la
introducción al informe científico, los volátiles tuvieron
que evaporarse en el gran calor creado si un “cuerpo del
tamaño de Marte” golpeó la Tierra primitiva. La nueva
información es “contraria a la imagen clásica de la
geoquímica lunar”, admite el periódico.
Ésta es una revolución científica. Pero
yo no conozco ningún periódico importante, radio o canal de
televisión, o siquiera un servicio de cable, que haya
recogido esta sensacional pero inconveniente noticia.
Así que, como estuve diciendo en mis
libros…
EL AUTOR
es periodista, escritor y lingüista experto en hebreo
antiguo y otras lenguas semíticas y europeas. Pionero en la
investigación de la hipótesis de las paleovisitas
extraterrestres y profundo conocedor del Antiguo Testamento
y de la historia y arqueología del Cercano Oriente, es el
autor de la mundialmente exitosa serie Crónicas de la
Tierra, que inició con el best seller El 12vo.Planeta.
Su último libro en español es El Libro Perdido de Enki.
© Z. Sitchin 2008 – Reproduced by permission.
Traducido y reproducido con permiso expreso del autor.
Prohibida su reproducción sin autorización previa del autor.
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