En noviembre de 1829, en una cantera a doce millas al
noroeste de
Philadelphia,
se encontró un bloque de mármol a una profundidad de entre
sesenta y setenta pies, que tenía una hendidura conteniendo
en relieve los caracteres “I” y “U” del alfabeto. Según un
informe redactado por J. B. Browne (American
Journal of Science
Vol. 1, #19, p. 361): “Afortunadamente
varios de los más respetables caballeros residentes en
Norristown fueron llamados en calidad de testigos de este
notable fenómeno, sin cuyo testimonio podría haber sido
difícil, si no imposible, haber convencido al público que…
las letras (no habían sido hechas) después de que la losa
fue cortada.”
Con
toda la franqueza, Browne no llama a
los caracteres" I" y "U"; él simplemente los denomina
“caracteres" y " letras", y la ilustración en el
American Journal of Science
retrata
los dos caracteres
en relieve al revés. Esto también crea un efecto
interesante. Con la "U" apoyándose sobre sus patas en lugar
de su curva, el carácter se convierte en un dolmen (una
cámara de tumba megalítica). La "I" se vuelve un elevado
monolito a su derecha. Casi es como si alguna mano antigua
hubiese designado previamente que las placas de mármol
debían ser usadas como lápidas o indicadores de sepultura.
En noviembre de 1832, Charles C., Jones Jr. descubrió dos
cruces de plata en una tumba de
Coosawattee Old Town
en el Condado de
Murray, Georgia. También se encontraron reliquias tribales
de nativos americanos en montículos funerarios, de manera
que aquellos que habían exhumado la tumba teorizaron que las
cruces habían llegado a la nación Cherokee durante las
expediciones de Hernando de Soto y Luis de Velasco.
Los españoles viajaban con clérigos, razonó Jones, y esos
mismos sacerdotes dedicaron buena parte de su tiempo
intentando convertir a las tribus que encontraron a lo largo
de su ruta de exploración. Por consiguiente, no sería
irrazonable suponer que los buenos padres entregaron un gran
número de crucifijos por el camino.
Sin embargo, las cruces no son crucifijos. Los brazos son de
igual longitud, y cada brazo tiene un diseño circular,
algunos de los cuales me recuerdan los garabatos que yo
hacía con mi compás en la clase de la geometría. Casi todos
los diseños son por lo menos ligeramente parecidos a cruces
en representación, sobre todo los del centro. Las partes de
atrás de las cruces también tienen diseños redondos, pero
son todos ellos diferentes de las representaciones del
frente, y cada diseño es diferente del otro. Una de las
cruces lleva dos dibujos - uno en el frente, uno en la parte
de atrás – que no son simplemente variaciones en los diseños
geométricos de la cruz.
La representación de la parte superior sobre un lado es la
de un búho; el otro lado tiene la cabeza de un caballo. Esto
convenció a Jones de que las cruces tenían que haber venido
de los exploradores españoles, porque el caballo era
desconocido en este continente en los tiempos históricos
hasta el advenimiento de los europeos. (Según la abundante
evidencia fósil, sin embargo, el caballo no era desconocido
en este continente en tiempos prehistóricos).
Otro argumento en apoyo de los sacerdotes que hacían
proselitismo distribuyendo las cruces es el hecho de que en
la cara de una de las cruces está la palabra o nombre Iynkicidu,
imprimido en el alfabeto tan familiar para todos aquellos
que aprenden a leer y escribir en el mundo occidental. La
"c" y la "d" están al revés, pero esto se explica
fácilmente, según Jones, que escribió su informe para la
Smithsonian Institution. Es obvio que algún semi-alfabetizado
nativo americano talló el nombre de su tribu en la cara de
la cruz.
¿Había una tribu llamada los Iynkicidus? Si uno pronuncia el
nombre
INK-a-ci-DOO,
éste podría sonar "Kickapoo". Sin embargo, los Kickapoos
fueron visitados por vez primera por los franceses en 1667,
y vivieron cerca del Fox y ríos de Wisconsin en Wisconsin.
Deletree el nombre al revés – para satisfacer a aquellos que
podrían estar pensando que esto tenía que ser leído así – y
tenemos Udiciknyi que ofrece menos posibilidades aun.
¿Iynkicidu es una palabra en latín o española? Parece
improbable, a no ser que un orfebre o sacerdote grabara una
deformación del nombre de una persona, lugar, o cosa en la
cruz.
Si los diseños en las cruces son evocadores de alguna
cultura, esa sería la de Pennsylvania Dutch, por las
representaciones geométricas circundadas que tanto se
parecen a símbolos hexagonales como nada más.
Pero antes que intentar adecuar las cruces dentro de la
estructura artística o religiosa de cualquier cultura
conocida, ¿no deberíamos considerar por lo menos la
posibilidad de que estos pueden ser artefactos de una
civilización desconocida que una vez floreció en el
continente norteamericano? Una civilización que podríamos
bautizar "La Nación Perdida de Iynkicidu".
El 13 de septiembre de 1924, cerca de Tucson, Arizona,
Charles E. Manier encontró el primero de lo que resultaría
ser una serie de raros artefactos inscritos con lo que mucho
parecía ser latín. Entre los 27 artefactos hay seis cruces,
nueve espadas o fragmentos de espadas, una cruz en punta con
cabeza de serpiente, y una cruz en media luna. Según las
autoridades, el idioma parece ser el latín de un estilo
popular hasta el 900 C.E., y las dataciones de algunas de
las piezas confirman esta suposición. Pero las inscripciones
latinas intentan registrar una especie de historia de
colonización y diario de exploración que no tiene ningún
sentido para los historiadores contemporáneos. Para agregar
confusión, en vez aclaración al desorden, hay unas palabras
hebreas añadidas aquí y allí.
De nuevo, estamos especulando en un esfuerzo por explicar
los raros artefactos híbridos:
-
Un grupo de
exploradores, quizás del área mediterránea con un
conocimiento del cristianismo, latín, y hebreo, pudo de
algún modo, hacia el 800 A.D., haber llegado al sudoeste
americano, establecido una colonia, registrado su
historia, y luego pasar al olvido. Algunas de las
palabras hebreas encontradas mezcladas con el latín son
"Jehovah", "Paz" y "Poderoso Imperio". ¿Se consideraban
a sí mismos los exploradores como parte de un poderoso
imperio – o se encontraban enfrentados por los
representantes de un poderoso imperio que ya existía en
el sudoeste americano?
-
El idioma no
es en absoluto latín, sino el idioma de la "Nación
Perdida de Iynkicidu", que está compuesto de los mismos
caracteres y quizás tiene muchísimos cognados porque la
civilización que existió hace cientos de miles de años
en el continente norteamericano fue la cultura que
sembró el Mediterráneo.
En una carta fechada el 5 de diciembre de 1879, un Sr.
Hannibal Fox de Milton, Condado de Sullivan, Missouri,
escribió a
The American Antiquarian
(Vol. 3, p. 336)
respecto a su descubrimiento de una máscara de hierro y
plata que él había desenterrado mientras araba un campo. La
publicación comentaba que "la fundición de hierro y plata
en un crisol, y el preparado de una matriz poniendo la
arcilla encima de la cara después de la muerte, vertiendo el
metal hasta volcar el vaso, no parecen ser operaciones
acostumbradas entre los aborígenes, o, hasta donde nosotros
sabemos, entre los constructores de montículos.”
El 22 de julio de 1882,
The Scientific American
relata un hallazgo curioso de "Reliquias Pre-indias de
Virginia":
“Se dice que
los objetos (encontrados entre la cadena de montañas Blue y
Allegheny, cerca de Mount Pisgah, Carolina del Norte) son de
un tipo completamente único, consistiendo en figuras en
parte humanas, en parte de animales, o bien en redondel o en
varios grados de relieve. Algunos son utensilios domésticos.
Ellos parecen haber sido esculpidos con instrumentos de
metal, de tan perfecta que es su factura.”
El corresponsal de
Scientific American
comenta además que las figuras humanas no fueron creadas a
semejanza de los americanos nativos, y que las imágenes
estaban vestidas por completo con prendas ceñidas. Algunas
de las estatuillas estaban representadas como sentadas en
sillones; otras estaban a horcajadas de una sorprendente
variedad de animales - osos, perros de la pradera, pájaros.
Es bastante extraño que un antiguo artista representara a
tales animales como los antes mencionados como llevando a
irreconocibles jinetes sobre sus lomos, pero luego viene lo
más llamativo: Algunos de los jinetes están sentados sobre
camellos de dos jorobas, rinocerontes, e hipopótamos. O
nuestro desconocido artesano observó tales animales
africanos por sí mismo, o vio representaciones de tales
animales, o era más que imaginativo - un Nostradamus
prehistórico.
Scientific American
arriesga
la teoría de que “los artículos fueron hechos por una
raza anterior y más civilizada, sojuzgada y parcialmente
aniquilada por los indios encontrados en Virginia a la
llegada de los hombres blancos.” No obstante,
concluyeron que los especímenes de animales del Viejo Mundo
fueron "evidentemente" hechos por un hombre blanco en una
época posterior.
En lugar de perseguir la posibilidad de “una raza anterior y
más civilizada”,
Scientific American nos deja con una imagen de algún
hombre de la frontera que descubre un escondrijo de
sorprendentes estatuillas dejadas ocultas en las montañas de
Allegheny. Él se detiene brevemente, las admira, luego,
movido por su conocimiento del arte, se sienta y usa su
cuchillo de caza y talla sus propias impresiones de hombres
que montan criaturas africanas. Hecho su trabajo, él agrega
su propio objeto de arte al escondite, luego continúa
su camino, y nunca le menciona a nadie el encondite de las
estatuillas antiguas o su propio trabajo.
En su número de
junio de 1851,
Scientific American
reimprimió un artículo de
Boston Transcript
sobre un recipiente metálico que saltó
en pedazos desde una "inmensa masa de piedra" cuando unos
obreros estaban haciendo detonaciones en
Meeting House Hill
en Dorchester:
Recipiente metálico hallado en Dorchester.
“Al reunir las dos partes, formaba un recipiente en forma de
campana, de 4 1/2 pulgadas de alto, 6 1/2 pulgadas en la
base, 2 1/2 pulgadas en la parte superior, y cerca de un
octavo de pulgada de espesor. El cuerpo de este recipiente
se parece al cinc en el color, o a una mezcla metálica en la
que hay una gran parte de plata. En los lados hay seis
figuras de una flor, o ramillete, bellamente incrustado con
plata pura, y alrededor de la parte más baja del recipiente
una vid, o corona, también incrustada con plata. El
cincelado, tallado, e incrustación fueron exquisitamente
hechos por el arte de algún hábil obrero. Este curioso y
desconocido recipiente salió de la piedra sólida, a quince
pies debajo de la superficie…. El Dr. J. V. C. Smith, que ha
viajado recientemente al Este y ha examinado centenares de
curiosos utensilios domésticos... nunca ha visto algo
parecido a esto... No hay ninguna duda excepto que esta
curiosidad salió de la piedra. . .”
En marzo de 1964, Frank McNamara Jr., excavando en su sótano
en el sur de Boston en un esfuerzo por tapar una gotera,
desenterró la escultura en piedra de una cabeza de diez
libras de peso. La obra de arte muestra el pelo corto
rizado; los ojos rasgados hacia abajo y muy largos; y hay un
tratamiento bastante primitivo de las orejas.
Este extraño hallazgo en un sótano de Boston ha confundido a
algunos de los mejores arqueólogos y antropólogos de varios
museos y escuelas. Hay consenso en que el artefacto no es el
trabajo de tribus nativas. Pero aparte de ese punto de
acuerdo, nadie está seguro si la pieza debe atribuirse al
Cercano Oriente, Asia Occidental, o Egipto. Una autoridad
aventuró su opinión de que el estilo de la cabeza primitiva
haría pensar en el Cercano Oriente de aproximadamente el 700
A.C. Nadie parece estar interesado en hacer simples
conjeturas sobre cómo vino a parar el artefacto a varios
pies debajo de la tierra en el sur de Boston.
El Morrisonville, Illinois, Times, del 24 de
diciembre de 1851, reimprimió un artículo del
Springfield Republican titulado
" Una tuerca para los geólogos":
“Hiram de Witt, de este pueblo, quien ha regresado
recientemente de California, trajo con él un trozo de piedra
de cuarzo aurífero del tamaño del puño de un hombre. En el
Día de Gracias la sacó para mostrársela a un amigo, cuando
la dejó caer accidentalmente al suelo y se partió. Cerca del
centro de la masa se descubrió, firmemente incrustado en el
cuarzo y ligeramente corroído, un clavo de hierro del tamaño
de una moneda de seis peniques.
Era completamente recto y tenía una cabeza perfecta.”
El martes 9 de junio de 1891, la señora S. W. Culp rompió un
trozo de carbón para ponerlo en el cubo del carbón, un acto
que ella había realizado miles de veces. Sin embargo, el
pedazo de cadena que cayó del trozo era muy singular.
"Al principio,"
según el Morrisonville, Illinois, Times del 11 de
junio de 1891," la señora Culp pensó que la cadena se le
había caído accidentalmente en el carbón, pero cuando ella
intentó levantarla, la idea de que la había dejado caer
recientemente se le hizo de repente engañosa, por cómo
estaba el trozo de carbón casi partido al medio, y la
posición circular de la cadena que ponía los dos extremos
uno cerca del otro; y cómo en el trozo separado la mitad de
la cadena se aflojaba mientras cada extremo permanecía
sujetado al carbón. Ésta es una investigación para los
estudiosos de la arqueología que aman los rompecabezas de la
construcción geológica de la Tierra desde cuya antigua
profundidad lo curioso siempre está saliendo."
El carbón, claro, databa de la Era
Carbonífera - cuando un desconocido, no identificado algo o
alguien estaba dejando huellas en la arena de Pennsylvania.
En la
Creation Research Society Quarterly
(marzo, 1971), Wilben H. Rusch, profesor de Biología en la
Universidad de Concordia, Ann Arbor, Michigan, citó la carta
que un colega había recibido de un tal Frank J. Kenwood,
quien decía que había sido bombero en la Planta Eléctrica
Municipal de Thomas, Oklahoma, en 1912, cuando partió un
gran pedazo de carbón y descubrió una olla de hierro
encajada dentro.
"Esta olla de hierro se cayó del centro, dejando la
impresión o molde de la olla en el pedazo de carbón",
escribió Kenwood . "Yo rastreé el origen del carbón, y
encontré que vino de las minas de Wilburton, Oklahoma."
Aproximadamente unos 2 millones de libras de cobre fueron
extraídos en la Isla Royale en Michigan por algún
prehistórico imperio minero no identificado que tenía los
medios para transportar el metal fuera de las inmediaciones.
Varios hornos de fundición se han encontrado diseminados en
la mitad meridional de Ohio. Los granjeros de ese estado
encuentran de vez en cuando artefactos de hierro en sus
campos. Las conjeturas acerca de la identidad de los
antiguos obreros del hierro han incluido a los vikingos, los
misteriosos Constructores de Montículos, o una civilización
hace tiempo olvidada que una vez existió en América del
Norte.
Todo lo que puede decirse con certeza en este momento es que
cuando los primeros colonos llegaron a Ohio por los años
1790 a 1810, encontraron no menos de 100 colinas abandonadas
coronadas con fortificaciones de piedra, Algunas de éstas
permanecen hoy en Fort Hill, Spruce Hill y Glenford Fort en
el Condado de Perry. Pueden verse colinas fortificadas
similares en Hill Fort, Georgia, y Manchester, Tennessee. En
el fuerte de Manchester los primeros colonos encontraron
ladrillos y una corta espada de hierro. En 1820, Caleb
Atwater emitió un informe de un horno rodeado por ladrillos
en el montículo central alrededor del cual Circleville fue
construida. Con el horno se encontró lo que parecía ser un
puñal y un plato, los dos de hierro desintegrado.
El 17 de diciembre de 1869,
Los Angeles News
publicó un informe de una pared de pizarra grabada que
había sido proporcionado por corresponsal del
Cleveland Herald,
que escribía desde Wellsville, Ohio.
“El Capitán Lacy de Hammondsville, Ohio, tenía algunos
hombres ocupados haciendo una entrada en su terraplén de
carbón cuando una gran masa de carbón se vino abajo,
descubriendo una grande y lisa pared de pizarra, en cuya
superficie había claramente talladas varias líneas de
jeroglíficos. Nadie ha podido todavía decir en qué idioma
fueron escritas las palabras… es probable que las letras
fueran grabadas en el carbón mientras estaba en estado
vegetal y durante su formación en
carbón.”
Los hombres descubrieron la pared con sus jeroglíficos
indescifrables aproximadamente a 100 pies debajo de la
superficie. Si las letras fueron talladas en el carbón en su
"estado vegetal", como sugiere el periodista anónimo,
entonces estamos de vuelta en los Sistemas Carboníferos,
hace aproximadamente 250 millones de años.
The Scientific American
del 14 de enero de 1886 publica un informe del Lexington,
Kentucky, Press que cuenta sobre una pared de roca
sólida desenterrada por obreros de una cantera a una milla
del pueblo sobre la carretera Frankfort:
“Tenía toda la apariencia de haber sido construida por manos
humanas, siendo las junturas muy llanas. Arriba de ésta
había aproximadamente diez pies de terreno y veinte pies de
roca que habían sido removidos por los obreros, y en el lado
expuesto los hombres habían avanzado por lo menos cuarenta
pies desde donde primero golpearon la piedra. Por lo tanto
estaba firmemente incrustada en una cantera de caliza sólida
que ciertamente se formó sobre ella desde que la pared fue
construida. La cara de la pared estaba bien decorada, y su
apariencia maciza daba evidencia de la habilidad de manos
perecidas hace siglos, y que bien podrían ser envidiadas por
el mejor de los mamposteros de hoy.”
El 20 de mayo de 2009, recibí un correo electrónico de M.I.,
quien decía que sus abuelos, su padre, y todos sus tíos
habían trabajado en las minas del nordeste de Pennsylvania.
Su tío Joe había trabajado en una de las últimas minas
usando mulas para acarrear el carbón - 16 toneladas por día
- paleándolo en los carros de mina. Un día cuando estaban
quitando el carbón a 300 pies debajo de la superficie, dijo
Joe, se encontraron con un bloque de pared. No deseando
crear ningún tipo de interrupción que pudiera retrasar su
trabajo o su paga, simplemente se dirigieron en otra
dirección lejos de la pared.
En 1953, mineros de la mina de carbón Lion de Wattis, Utah,
rompieron en una red de túneles de entre cinco y seis pies
de alto y ancho que contenía carbón de tan enorme antigüedad
que se había erosionado hasta un estado de inutilidad para
cualquier clase de combustión.
Una búsqueda por fuera de la montaña en línea directa con
los túneles no reveló ninguna señal de entrada alguna.
Puesto que los túneles fueron descubiertos cuando los
mineros estaban trabajando una veta de ocho pies de carbón a
8,500 pies, la evidencia es irrefutable en cuanto a que
alguien indeterminado hubo llevado a cabo un ambicioso
proyecto minero hace tanto tiempo que todos los rastros
exteriores han desaparecido.
El profesor John E. Willson, del Departamento de Ingeniería
de la Universidad de Utah, fue citado en la edición de
Coal Age de febrero de 1954, declarando: “Sin duda,
ambos terrenos de acarreo fueron hechos por el hombre.
Aunque no se encontró ninguna evidencia en el afloramiento,
los túneles fueron por lo visto perforados unos 450 pies
desde el exterior al punto donde los actuales trabajadores
irrumpieron en ellos. . . No hay ninguna base visible para
datar los túneles...”
Jesse D. Jennings, profesor de antropología en la
Universidad de Utah, no podría ofrecer ninguna opinión
acerca de la identidad de los antiguos mineros, pero negó
que los inmensos túneles y sitios de minería carbonífera
pudieran ser el trabajo de ningún pueblo americano nativo.
"En el primer lugar" - comentó -, "tales trabajos
habrían requerido la inmediata y local necesidad de carbón.
... porque antes de que viniera el hombre blanco, el
transporte era efectuado por humanos… En cuanto al uso
local, no se ha informado de ninguna combustión importante
de carbón por los indígenas de la región de la mina Wattis.”
Aunque los primeros americanos nativos no extrajeron ni
quemaron carbón, la Nación Perdida de Iynkicidu
puede haber tenido grandes refinerías, fundiciones de acero,
y millones de casas que necesitaban del carbón durante los
fríos inviernos. Los ciudadanos de la Nación de Iynkicidu
también podrían haber exportado su oficio así como su
cultura a las colonias mayas o aztecas.
Los constructores olvidados del imperio de nuestra nación
perdida pudieron incluso haber establecido puestos avanzados
en África del Norte y el Medio Oriente.
Quienquiera que fuera esta gente, florecieron
tecnológicamente en un mundo perdido antes del nuestro.
EL AUTOR
es escritor. Ha publicado hasta hoy más de 2.000 artículos y
165 libros, muchos de ellos relacionados con los grandes
misterios de la humanidad, tales como Atlantis Rising
y Worlds Before Our Own. Su trabajo ha sido premiado
en diversas ocasiones por diferentes instituciones
culturales.
© Brad Steiger
– Derechos reservados.
Traducido y
publicado con autorización expresa del autor.
Prohibida su
reproducción sin permiso del autor.
|