Publicación exclusiva sobre la hipótesis de las paleovisitas extraterrestres
CONTCTO
 

SITIO DE ATERRIZAJE Y VEHÍCULO PARA UNA EXPEDICIÓN VENUS-TIERRA

   

El autor analiza ciertas

cuestiones técnicas de una

posible expedición proveniente

de Venus, desde la probable

óptica de un proyectista de

nuestro planeta gemelo.

 

STUART W. GREENWOOD

Dr. STUART W. GREENWOOD

EUA

Stuwood@verizon.net  

 

 En Ancient Skies 11:3  (Nota: Ancient Skies fue la publicación oficial de la hoy desaparecida Ancient Astronaut Society, fundada en 1973 por el Dr. Gene M. Philips, y reconvertida actualmente en Archaeology, Astronautics & SETI Research Association) analizamos la hipótesis de que nuestros antepasados vinieron del planeta Venus, y aquí continuamos nuestra investigación de la evolución de la Humanidad en la Tierra que sigue a la llegada de los pioneros espaciales venusinos.  

 

Las severas erupciones volcánicas en Venus persuadieron a sus científicos a organizar expediciones hacia la Tierra, abandonando así su planeta natal. El siguiente escenario explica resumidamente la base para la selección de un sitio de aterrizaje en la Tierra y los factores que determinaron el diseño de un vehículo adecuado para emprender la misión. Este es un intento de presentar el problema desde el punto de vista de un proyectista de la misión en Venus antes del éxodo. Para facilitar la comprensión, se adopta la terminología actual para la identificación de áreas de tierra. El tratamiento de Sudamérica como dos islas separadas por un mar interior en tiempos pre-cristianos está basado en la investigación de Venice Priddis en The Book and the Map (Bookcraft 1975) -  ver Fig. 1. El concepto del vehículo de desembarco proviene de un estudio de los artefactos de oro que se encontraron en Colombia, Sudamérica,  que Ivan T. Sanderson llamó “Pequeños Aviones de Oro.” Ver Fig. 2.

 

 

El sitio de aterrizaje

 

Cuando nosotros vemos en Venus el tercer planeta y su luna, tenemos suerte de que la

órbita de la Tierra quede fuera de la nuestra. Cuando periódicamente le damos alcance al planeta por dentro, podemos observar por consiguiente su cara cercana bien iluminada por el Sol. Es más, puesto que la Tierra gira relativamente con mucha rapidez sobre su eje, nuestros astrónomos han podido trazar el mapa de la superficie del tercer planeta con algún detalle a pesar de que la nube parcial que lo cubre puede ocultar a veces diferentes áreas del planeta.

 

El tercer planeta es en general más frío que el nuestro y hemos resuelto que el sitio de aterrizaje y la zona de colonización preliminar deben estar cerca del ecuador si es posible, y por supuesto dentro de las zonas tropicales. La masa de tierra debe ser lo bastante grande para proporcionar diversas opciones para los posibles asentamientos que siguen al desembarco. Las dos posibilidades principales que parecen reunir el requisito ecuatorial son África y América del Sur.

 

Un problema muy importante que afrontamos es que la naturaleza de la superficie terrestre no se entiende del todo. Hay considerables masas de agua y las áreas de tierra varían mucho, desde grandes llanuras abiertas hasta extensas regiones cubiertas al parecer por vegetación, y muchas zonas montañosas. Nuestros científicos e ingenieros han reflexionado detenidamente en la cuestión y con las acostumbradas diferencias de opinión. No obstante, se ha tomado la decisión de postergar la consideración de África como una posible zona de desembarco hasta tener más información disponible sobre ese continente, que parece tener un territorio agreste y abundancia de vegetación que podría sustentar un exceso de formas de vida que plantea un riesgo para la expedición. No descartamos, sin embargo, la posibilidad de que ulteriores expediciones puedan tener a África como destino. También se ha considerado para las expediciones futuras el aterrizar dentro del trópico en Centroamérica, India y Australia del Norte. Nosotros proponemos por lo tanto dirigir nuestras primeras expediciones a Sudamérica, una región que consiste en dos islas, Este y Oeste, con un gran mar interior relativamente protegido de los efectos de los grandes océanos a ambos lados.

 

Después de mucho intercambio de opinión, hemos podido ponernos de acuerdo en que lo óptimo será planear el aterrizaje en el mar interior y establecer posteriormente un asentamiento en la Isla del Oeste. Un resumen de las razones para esta decisión se presentará ahora.

 

 

Fig.1. Zona de aproximación y aterrizaje superpuesta sobre la

“Probable Configuración Geofísica de Sudamérica” de “The Book and the Map.”

 

 

El mar interior nos proporciona la única zona de desembarco cuyas características pueden predecirse razonablemente bien. Nosotros nos aproximaremos desde el Oeste, a lo largo del ecuador para aprovechar el giro de la Tierra sobre su eje en dirección Oeste-Este, que al ser de máximo efecto en el ecuador, alivia por consiguiente el problema del aterrizaje al disminuir la energía relativa a ser disipada durante el descenso atmosférico. El sobre vuelo de Colombia en la Isla Oeste, inmediatamente antes del aterrizaje, se empleará para inspeccionar los posibles sitios de asentamiento convenientes. El aterrizaje se llevará a cabo en el mar interior cerca de la orilla oriental de la isla, la maniobra final de aproximación para el aterrizaje es retrocediendo hacia el Oeste. Si la primera misión demuestra que nuestros cálculos son válidos, seguirán más vuelos para apoyar la expedición inicial. Éstas son las mejores estimaciones que podemos hacer en este momento.

 

 

El vehículo

 

El vehículo que aterrice (y permanezca) en el tercer planeta debe superar el descenso a través de la atmósfera, maniobrar en las etapas posteriores de vuelo, amarar en el abrigado mar interior y dirigirse hacia la playa. Debe llevar carga que puede descargarse fácilmente, y servir como base temporal para el grupo de desembarco si es necesario.

 

El requisito para la maniobrabilidad dentro de la atmósfera impone un vehículo alado. El requisito de la carga exige un fuselaje voluminoso. La protección contra el calentamiento atmosférico durante el descenso requiere una nariz embotada. El aterrizaje en el agua hace necesario que sea relativamente liso bajo la superficie. Un gran alerón vertical ayudará a la estabilidad lateral y control durante el descenso, y las superficies traseras móviles en el alerón proporcionarán control lateral en las ulteriores etapas de vuelo. Para proporcionar estabilidad vertical y control durante el final del vuelo, sobresaldrán del fuselaje pequeños planos horizontales y elevadores de la cola.

 

 

 

Fig. 2. Dos de los diversos artefactos de oro encontrados en Colombia, Sudamérica.

El original del pequeño está en el Banco de la República, en Bogotá, Colombia, y el

original del grande se encuentra en el Smithsonian Institution, en Washington D.C.

Foto del autor. Copyright © Stuart W. Greenwood.

 

 

 Después del aterrizaje la nariz se hará a un lado para permitir la extracción horizontal de la carga. Otra posibilidad es que algunos aparatos puedan estar provistos de una abertura en la parte superior y un cabestrante extensible para trasladar la carga a tierra.

 

Si todo va bien, y estos vehículos de desembarco permiten que nos establezcamos en el tercer planeta, se emprenderán más misiones en ambas direcciones con vehículos más complejos mientras las condiciones del deterioro de Venus lo permitan.

 

 

Observaciones finales

 

Los dos puntos precedentes son, por supuesto, especulativos, pero ofrecen un cuadro coherente que bien puede servir como base para otra investigación. Las diversas hipótesis implicadas - que se emprendieron misiones desde Venus a la Tierra, que un área de Sudamérica otrora bajo el agua fue seleccionada como sitio de aterrizaje, y que los artefactos de oro colombianos tienen bastante parecido con los vehículos de desembarco - faltan ser verificadas (o no) a medida que nuevos descubrimientos y análisis sean llevados a cabo. Las espirales y remolinos evidentes en algunos de los objetos de oro, por ejemplo, parecen indicar muy bien un movimiento sobre el agua y la prominente zona de “dientes” sobre las “caras” en la parte delantera puede representar entradas para la inducción de aire posteriormente despedido por debajo de la nave para proporcionar un colchón aéreo mientras vuela casi rozando la superficie del agua antes de posarse.

 

Es fascinante plantearse la pregunta de dónde podrían estar actualmente los vehículos de desembarco. El sitio de aterrizaje quedaría hoy en las selvas escasamente pobladas al este de los Andes y cerca del Ecuador. (Nota de editor: Ésta es el área que menciona Karl Brugger en su “Crónica de Akakor” y adonde  Erich von Däniken envió tres expediciones infructuosas en busca de Akahim. Ver Ancient Skies  4:3, 5:4 y 6:4)

 

Lo que podría quedar de los vehículos de desembarco originales es, desde luego, desconocido, y quizá nunca salga a la luz. Sin embargo, merece la pena considerar la posibilidad de que los artesanos colombianos que crearon los artefactos tuvieron por lo menos una descripción oral de los vehículos sobre la cual trabajar.

 

 

 

 

EL AUTOR se encuentra actualmente retirado de su cargo como Program Manager en la University Research Foundation establecida por la Universidad de Maryland, EUA. Su experiencia comprende la investigación y desarrollo de motores, la enseñanza de la temática sobre propulsión en universidades de Inglaterra, Canadá y los Estados Unidos, y como consultor privado. Sus títulos académicos incluyen un doctorado en Ingeniería Aeroespacial de la Universidad de Maryland. Lleva largo tiempo interesado en la Hipótesis del Antiguo Astronauta.

 

 

 

© Stuart W. Greenwood, 1984 / 2009 – Todos los Derechos Reservados

Traducido y publicado con autorización expresa del autor y conforme a la edición original de Ancient Skies, Vol. 11, Nº 4 de septiembre/octubre de 1984.

 

 Prohibida su reproducción sin permiso del autor.